Cuando Candela se acuesta en su camita cada noche me gusta acurrucarme junto a ella para escuchar cómo va leyendo sus primeros cuentos; relatos recientes de autores actuales llenos de buenos sentimientos hacia la naturaleza, la diversidad y la paz, y junto a ellos surgen del fondo del armario aquellos con los que todos hemos crecido. Oyendo sus palabras quiero sorprenderla y me pongo a trabajar en una tarta inspirada en las páginas de uno de ellos. Las ideas brotan con prontitud y tras el bizcocho, el relleno y el fondant aparece ante sus ojos un resultado que la sorprende, la hace reír y disfrutar. Esa es la muestra más elocuente de que el trabajo ha merecido la pena.
Esta semana con la receta del bizcocho y de la buttercream que vimos aquí hemos querido sorprender a Candela. Lo mejor aparte de su carita, lo mucho que he disfrutado modelando. Cómo podéis ver, un diseño muy sencillo para empezar.
Espero que os guste tanto como a ella.
Me aguarda una sopa de sobre y un bistec frío. Desciendo del avión y una espesa niebla se extiende por Heatrow al caer la noche. Carlota aguarda en el hall del aeropuerto y me pone al día de sus avances con James. Se muestra solícito, caballeroso, encantador; casi en demasía, pero me alegro enormemente por Carlota. Al fin, se merece una felicidad perpetua. Tras la frugal cena y en ausencia de James nos acurrucamos como antaño en un sofá de dos plazas, contemplamos las humeantes tazas de té en la mesita de centro y con ellas nos calentamos las manos. Compartimos una manta y apoyo la cabeza en su hombro mientras departimos con tranquilidad, como si el tiempo no hubiese pasado. Hablamos de nosotras, de los nuestros y cómo no, de Victoria. Mi viaje es fugaz y no he traído el libro, pero con las esquinas dobladas, ligeramente amarillenta, en mi bolsillo descansan noticias del bueno de Andrew, otra más intercalada entre las líneas de su amada. Viene a cuento al asomar el rostro tras las cortinas y echar la vista al abismo de unas calles despobladas.
Todavía no sé el
tiempo que deberé permanecer lejos de casa pues en la vieja Londres
los acontecimientos se suceden y me atan de modo irresoluble. El
fallecimiento del rey Jorge a primeros de año ha sacudido los
cimientos de una monarquía ancestral, algo misógina, reacia a la
coronación de Isabel y dubitativa con el poder parlamentario, más
entregado a la consolidación del proyecto europeo con un tratado
para el carbón y el acero, que en cuestiones domésticas. Por lo
que me cuentas parece que avanza ese movimiento constante de los
negros alentados por los pastores que en sus iglesias pugnan por la
libertad, pese a la represión y el miedo. Por favor, sé prudente,
no te arrimes al conflicto como acostumbras y mantente distante en la
medida de lo posible, involúcrate como siempre y pide con vehemencia
el sufragio universal y el cese de la discriminación racial, pero
guarda tus espaldas, no te expongas sin sentido, frente a la
violencia, usa las palabras. Tienes mi apoyo, también mi miedo.
Aquí se ha instalado
el temor. Silenciosa, apática, como una serpiente reptando entre las
rocas, ocupando cada rincón , cada espacio vacío, cada bocanada de
aire. Así ha descendido esta niebla que ofusca el entendimiento, una
gran masa gris pesada como el granito que nos obliga a permanecer
ociosos, varados en las casas, en las entrañas del metro, apenas
vislumbrando los débiles fulgores de los faros de coches errantes.
Lo mismo da el día que la noche, ya son varias las jornadas en que
la policía intenta poner orden en la desidia con teas encendidas
como faros perdidos, indicando el camino a los motores que se
quiebran por el frío. Pocas almas atracan la noche, es más fácil
oír sus pasos que observar sus figuras acercarse, como fantasmas
atravesando las nubes. La ciudad languidece en la perpetua sombra
mientras se resfría con bajas temperaturas. Un ulular cruza las
avenidas hacia los hospitales, únicos bastiones que no duermen
recibiendo enfermos de bronquitis, neumonía, cianosis. Los muertos
se cuentan por centenas. Quienes tenían problemas al respirar son
altamente vulnerables y bajo máscaras se ocultan en sus casas.
Compite con la niebla el denso humo exhalado de las chimeneas, el
carbón quemado de las fábricas; compiten también los hogares
alimentados para combatir un frío que se apodera de los miembros; y
por último, los motores diesel de los pocos vehículos que aún
transitan. El pobre eco de nuestras pisadas inciden en nuestra
presencia, las toses bajo los soportales nos hacen desviar el camino
para no chocarnos con otros; calados los sombreros, abotonados los
abrigos y el caminar frenético para desentumecer los huesos. Así es
el día a día. Nunca se conoció nada igual; en dos metros se pierde
la visión, pequeños topos en un mundo de trampas. Múltiples caídas,
agresiones, asaltos, atropellos, todo forma parte del cotidiano paseo
por los bulevares. Duermo en la oficina evitando desplazarme y desde
allí te escribo para contarte que en cuanto levante el vuelo esta
fría niebla partiré raudo a tu encuentro. Nada deseo más que estar
contigo, pero la vida se ha parado inmersa en esta sombra poderosa y
cruel. Súbdito de mi Victoria, Londres, siete de diciembre de 1952.
Verdaderamente bonita y delicada. Y Candela se ha dado cuenta, desde luego...
ResponderEliminarUn abrazo.
Es tan, tan sencilla que ahí reside su encanto. Poco, pero bien elegido. De nuevo me maravillas…
ResponderEliminarCandela, encantada, para no estarlo, con esta mamá.
Un beso
Ángeles, me encantaba Pinocho de pequeña, tengo uno de madera, de tamaño grande, que lo guardo con mucho cariño. Seguro que a Candela le encanta que le leas Pinocho y que se lo hagas en tarta, ni te cuento. Te ha quedado genial. Un besico y buen fin de semana.
ResponderEliminarQué bonito te ha quedado Pinocho!! Candela estará encantada.
ResponderEliminarUn beso,
Arantxa
Me encantan este tipo de tartas. El pinocho te ha quedado muy bonito!
ResponderEliminarUn saludo,
http://cocinaconann.blogspot.com.es/
Es una preciosidad y te ha quedado fantástico. Un besazo enorme y que tengas buen fin de semana
ResponderEliminarqué tarta más preciosa! me gusta un montón porque es súper sencilla pero increiblemente bonita y tierna. Me ha gustado un montón!
ResponderEliminarUn besazo
Me ha encantado tu tarta... finísima y nada recargada.
ResponderEliminarBesos.
Mercedes
Que preciosa tarta, es una maravilla, ver ese precioso pinocho tan bien hecho , es agradable solo verla, asi que me imagino que Candela estara encantada con su preciosa tarta, y con su maravillosa mama. Mil besicos
ResponderEliminarBuenas Tardes!!! ¿Qué tal? Soy Maider, del blog Maidulze. Acabo de nominarte a los premios Conóceme que se entrega entre bloggers con la finalidad de dar a conocer el blog. Puedes leer la explicación en este link. http://maidulze.blogspot.com.es/2014/02/premio-conoceme-y-cakepops-sin-palito.html
ResponderEliminarYo, me quedo como seguidora tuya. Saludos y besos.
Que preciosidad de tarta Angeles, llego un poco tarde pero por fin me he podido acercar, visitarte y felicitarte por tu exquisito trabajo! Me encanta, tanto la ejecución de la tarta, como el Pinocho!
ResponderEliminarMuchos besos :)
Hola Angeles,
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