Alba es mi pequeña amiga, de casi siete años, dulce y adorable. Cuando se acercaba la fecha de su cumpleaños se le ocurrió la genial idea de regalar a su profesora unas cuantas galletas decoradas que tuviesen formas relacionadas con su actividad, e incluso alguna muñeca que reprodujese a su querida maestra. Así me lo pidió y lejos de parecerme engorroso, lo consideré un desafío interesante. Ella ha quedado contenta y me ha colmado de atenciones, y yo estoy muy satisfecha con el resultado. ¿O no es para estarlo?
Después de esto, mis sobrinos han querido seguir su línea y a todos les han parecido geniales.