viernes, 12 de julio de 2013

Tarta de chocolate y frambuesas con marshmallows




El chocolate tiene la virtud de alegrarnos la vida y si al tiempo nos divierte mejor que mejor. Cuando los chicos me piden algo dulce que les ponga una sonrisa en la boca y gruesos bigotes en la comisura de los labios, pienso en tartas que se deshacen en la boca, con la acidez de la frambuesa y el toque intenso del chocolate. Ese contraste siempre me provoca una agradable sensación en el paladar. El amargo sabor del chocolate negro, unido a la acidez de la frambuesa choca con el dulce del marshmallow de un modo sutil. La buena sintonía de los contrarios también se produce en la cocina. Del mismo modo, los acontecimientos que nos ocurren día a día tienen su contrapunto en algún momento de nuestra existencia. Momentos alegres y tristes se suceden con continuidad sin que podamos hacer nada para remediarlo. De eso va mi tarta y mi texto.
Vamos con la receta del día:


Ingredientes:
Para la pasta azucarada
- 120 gr de mantequilla blanda
- 100 gr de azúcar glas
- Una pizca de sal
- 1 huevo
- 200 gr de harina tamizada

También podemos utilizar una lámina de masa quebrada comprada, que para unas prisas nos sirve perfectamente.

Para la ganache de chocolate
- 250 gr de chocolate negro
- 150 gr de chocolate con leche
- 400 ml de nata para montar
- 200 gr de frambuesas ( en mi caso las he usado congeladas)

Mezclamos la mantequilla con el azúcar glas y la sal e incorporamos el huevo, una vez mezclado añadimos la harina tamizada. Formamos una bola con todos los ingredientes, la envolvemos en film transparente y la refrigeramos 30 minutos.
Precalentamos el horno a 180 grados y preparamos un molde de base desmontable de 25 cms. Estiramos la masa entre dos hojas de papel de hornear hasta que tenga un diámetro de 25 cm aproximadamente. Cubrimos el molde con ella y una vez colocado en el molde lo refrigeramos 10 minutos. Pondremos una hoja de papel de horno sobre la masa ya enfriada y cubrimos con garbanzos para evitar que crezca con el horneado. Horneamos a 180 grados durante 10 minutos. Bajamos la temperatura a 160 grados, retiramos el papel con las legumbres y volvemos a hornear durante 15 minutos más, hasta que se dore.

Poner la nata a fuego suave  junto con las frambuesas. Dejar hervir 5 minutos y reservar.
Para la ganache de  chocolate, lo rompemos en trozos y lo ponemos en un bol, sobre el que vertemos la nata muy caliente. Removemos suavemente hasta conseguir una crema fina y brillante. Dejamos reposar hasta que pueda untarse fácilmente y vertemos sobra nuestra masa horneada.
Decorar con marshmallows y a disfrutar.


Una fracción de segundo es tiempo más que de sobra para desmoronar los cimientos de nuestras vidas. Así de frágiles somos. Y así me lo hizo entender Carlota en su última comunicación desde Londres. 
Fue un mazazo de proporciones gigantescas. James yacía acostado en la cama de un hospital, entubado y monitorizado, en estado de coma, tras haber tenido un accidente de coche. El pronóstico era “reservado” y su crítica situación hizo que me estremeciera de la cabeza a los pies. De pocas se me cae el auricular de la mano y tuve que tomar asiento de la fuerte impresión que me produjo la noticia. Carlota estaba en España cuando ocurrió y tardó menos de siete horas en presentarse en el hospital, donde desde el primer momento tomó el mando de las operaciones. Yo sabía que era todo fachada y que en cualquier momento se derrumbaría mostrando su lado frágil y sensible. Cuando me llamó era un manojo de nervios que hablaba atropelladamente, sin acabar las frases; de modo que hube de deducir de sus palabras entrecortadas lo acontecido con James. Fui tajante, debía y quería estar junto a ella; así que con celeridad llené un trolley con cuatro cosas, hice un par de llamadas de teléfono avisando a Alberto de mi partida y encargándole de la intendencia doméstica; dejé una nota en la puerta del frigorífico con la dirección donde me encontraría y tras llamar a la agencia de viajes para solicitar un billete, tomé un taxi y puse rumbo a Londres. La ciudad me recibió con una fina lluvia y el característico caos del comienzo de fin de semana. Fui directamente al hospital para encontrarme con Carlota cuanto antes. Estaba desecha, luchando por mantenerse firme en tan tristes momentos. Desconocía las causas del siniestro; quizás se ha quedado dormido; los faros de los vehículos en sentido contrario han podido deslumbrarle con la lluvia, un despiste al volante. La veo golpearse el pecho y repetirse que es culpa de ella, con largas veladas de copas, trasnochadas fuera de horario y sueño diurno. ¡No te culpes!- la sacudo con fuerza para que retome la compostura y se calme. -Se repondrá, no tengas dudas, sé fuerte y transmítele esa fuerza ahora que tanto la necesita. No puedes venirte abajo, para eso he venido. Sobre mi hombro ha recostado su cabeza y ha llorado amargamente. Sin pretenderlo, me he unido a ella.
Las horas se suceden con lentitud y apenas abandonamos el hospital para asearnos en casa de James y tomar un bocado en la cafetería del hospital. La ansiada mejoría se hace esperar. El trajín de médicos, enfermeras y auxiliares por los pasillos me deprime sin remisión. Finalmente su estado letárgico le conduce a planta. Al menos las constantes vitales se mantienen y nuestra ilusión fluye derramada. Pegadas a su cama, cuando anochece y el cansancio se ceba en las dos, sacudidas de las constantes llamadas de familia lejana excusándose por no poder ir a visitarle y la rutinaria desde España, amparadas por un silencio que se extiende hasta el sobrecogimiento por las habitaciones, unas entreabiertas, las otras cerradas a cal y canto, nos entregamos a la lectura de alguna carta de Victoria, buscando el aliento de esta mujer valiente que afrontó la vida con pundonor y tesón. Le leo a Carlota, y alzo la voz para que James en su ostracismo, perciba mis palabras:



QueridoAndrew:
Jugamos a diario con la ruleta de la fortuna de la vida. Y te cuento esto por el hecho que aconteció el pasado enero, apenas hace unos días, y del que todavía no me he repuesto. Londres se levantó frío y reluciente, con la escarcha de los tejados pendiendo sobre las calles; el Támesis discurría callado bajo los puentes, y la gente acudía, como cada jornada laboral, sin apenas conciliar el sueño, hacia los puestos de trabajo todavía útiles. Hice el reparto como cada día entre los vecinos más remisos a desplazarse, llevando el hatillo de los dulces bajo el brazo y de la mano a Julen que me ayudaba al amanecer, mientras Suri las más de los días ejercía de canguro con María del Carmen. Recorrimos varias manzanas sin demasiados reparos, paseando por medio de las calles, al menos libres de escombros hasta que , súbitamente, sufrimos una deflagración, un fogonazo eléctrico de un calor insoportable, una bola de fuego que se elevó sobre nuestras cabezas y que sefue perdiendo en volutas de un humo negro y espeso. Ambos salimos volando por los aires debido a la honda expansiva. Julen me protegió con su cuerpo involuntariamente mientras que el suyo se salvaba de la sacudida mortal gracias a un coche que pasaba por allí y que a la postre se llevaría  la peor parte. Los ocupantes del vehículo murieron de inmediato salvándonos a nosotros de una muerte segura. Han pasado algunos días y no puedo dejar de pensar en esos infelices que pasaban por azar frente al detonar de la bomba. Debo alegrarme de seguir indemne y de que Julen sólo tenga algunos rasguños; y sin embargo me siento apenada. Esa pobre gente habrá dejado padres, madres, hijos huérfanos; todo por arte de un destino funesto al que estamos subscritos desde la cuna. Cuando acontezca es tan sólo un capricho del tiempo. Hoy no estaba en nuestra ruta, quizás mañana, quién sabe. Bebamos pues de la suerte de estar vivos un día más, no importa que en un pasado cercano pensasemos en divertirnos y gozar, y en estos días de tribulación nos hallamos vuelto huraños y recelosos. El caso es seguir latiendo. Al levantarme y ver a Julen tendido a mi lado, semiinconsciente, con el pulso débil y la ropa hecha jirones, me ha faltado el aire. Su lento despertar me ha devuelto el oxígeno a los pulmones, la voz a la garganta y el tacto a las manos. Lo he estrechado tan fuerte que pensé hacerle daño. Aún no sé porque al volver al East End teníamos una sonrisa dibujada en la cara. Cuídate y dale valor a la vida, no te expongas a peligros innecesarios y retorna a nuestro lado para seguir disfrutando de cada día que nos llegue. Tuya en la distancia, Victoria. Londres, a 14 de enero de 1943.

Carlota se ha quedado dormida asida a las barras de la cama, creo que no ha escuchado el final de la carta; su respiración es acompasada y plácida. Yo me dedico a observar a James con el pitido de fondo de los aparatos a los que está conectado. De cuando en cuando una enfermera cambia los goteros, comprueba los mecanismos o nos acerca una manta. Tomo café en una máquina del pasillo y pregunto a la enfermera por las posibilidades de James. Se encoge de hombros pero me sonríe con un aire de veracidad que me hace albergar esperanzas. A mi regreso, un leve parpadeo, un temblor en los labios, me hace gritar en medio de la noche. Despierto a Carlota y precipito en la habitación a un equipo médico al completo. Nos han hecho salir, pero la esperanza ha regresado como una bocanada de aire en medio de la asfixia. Intuimos al médico bajo su bata blanca y el fonendoscopio a modo de collar. Trae buenas noticias; ha desaparecido la conmoción y aunque debe seguir en observación para determinar el alcance de sus lesiones y su proceso de recuperación, lo peor ya ha pasado. Carlota le abraza, llora, salta de felicidad, se mesa los cabellos. Al fin sus nervios han salido. La tormenta se ha desatado en medio de la noche, gruesos goterones golpean sobre los cristales de las ventanas y su rítmico golpeteo acaba por adormecernos, una a cada lado de James, ahora sedado, pero consciente. Antes de caer rendidas sobre su cama, nos miramos cómplices y de boca de Carlota sale un agradecimiento que no merezco.



12 comentarios:

  1. Como siempre, una entrada completa...
    La tarta nos encanta, aunque no somos muy fans de los marshmallows, pero con no ponérselos, suficiente, verdad?
    El resto de ingredientes, apetecibles y sabrosos.
    Besos.

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  2. Qué maravilla de post! Me ha encantado todo, como siempre, pero lo que más, esa decoración con nubes mini, es ideal!
    Mil besos y buen fin de semana

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  3. Qué pinta más buena tiene esa tarta...madre mia!!!
    Yo no soy de chocolate, pero si de sabores ácidos, seguro que la mezcla está buenísima...
    La vida está llena de momentos tristes, pero también algo tan sencillo como hacer una tarta, nos puede dar momentos de alegría.
    Bonito relato.

    Un abrazo,

    María

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  4. Angeles me tienen sin voluntad!
    Que poder adictivo ejercen sobre mi tus recetas y
    el relato !!!
    Que maravilla de Tarta, solo de verla me imagino lo deliciosa que debe estar!!!!
    Mmmmmm que ricura, estoy ansiosa x reunir los ingredientes y degustarla.
    Y esta decoracion de ganache Y marschmalows es aplicable para tartas infantiles, eso si con guardia permanente, xq le quitas los ojos de encima y desaparecen los marschmalows!!!! Jijijiji
    Cariños......

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  5. pero que bien escribes! o era tu marido! bueno,quien sea. y la tarta una maravilla,es lo que dices, el contraste del dulce con el ácido de la fruta....como la vida misma,risas y llantos,que las dos pueden venir juntas...........mejor lagrimas de tanto reir.....besos

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  6. ¡Claro! que vamos a disfrutar esta receta. Estoy deseando que mi marido me la haga. Desde que han dado las vacaciones a los peques disponemos de muy poco tiempo para estar en redes y visitar blogs amig@s. Así que cuando me conecto nos ponemos al día. Me temo que va a ser así hasta septiembre. Luego están las vacaciones y estamos dejando los posts preparados sólo para publicar. Nos iremos poniendo al día. Muchísimos besos http://40ytantas.blogspot.com

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  7. Me encanta tu tarta al igual que tu blog, con tu
    permiso por aquí me quedo.
    Saludos

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  8. Esto debe ser un deliete para la vista y el paladar, besos

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  9. Me encanta. Esta presentación lo mejora todo mucho más. Un 10 a la fotografía.
    Un beso.
    El tiempo a bocados
    http://eltiempoabocados.blogspot.com.es/

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  10. Pero qué pinta más buena y que bonita presentación con las nubes, además de unas fotos preciosas. Como ves me gusta todo ¡
    Besos

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  11. Imagino que debe estar deliciosa pero por encima de todo tiene una pinta y un color espectacular. Felicidades por unas fotos preciosas! Feliz jueves!

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  12. Qué buena pinta tiene!!
    Me encanta el chocolate.
    Besos.
    Marian

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Me gustan tus comentarios, me encanta leerlos todos, gracias por molestarte en escribirlos.

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