jueves, 26 de diciembre de 2013

Nevaditos (mantecados con azúcar glas)


Aquí rara vez nieva; así que pegados los rostros a la mesa vemos descender el azúcar glass sobre los mantecados. Mantenemos la respiración durante el vuelo y procuramos no dejar la huella en su superficie. Candela traza pequeños surcos con sus dedos en cuanto nos damos la vuelta y acusa a su hermano de provocar su acción.  No podemos por menos que reírnos al observar el blanco pegado a su nariz, a la comisura de los labios y en la yema de sus dedos. Todos acabamos en una carcajada contagiosa antes de empezar a comer estas pequeñas delicias blancas. Sería pecado privarse de este pequeño placer. ¿Lo vas a hacer tú?






Ingredientes:
-200 gramos de manteca de cerdo (utilizo la marca El Pozo, de venta en supermercados)
-10 gramos de azúcar glas
-75 ml de vino blanco
-la ralladura de medio limón
-una pizca de sal
-una pizca de canela
-350 gramos de harina de trigo normal
-media cucharadita de levadura royal

Mezclamos todos los ingredientes excepto la harina y la levadura. Una vez bien mezclado, añadimos la harina y la levadura hasta que esté bien integrada. Obtendremos una masa blanda y grasa muy manejable (similar a una plastilina blandita).
Envolvemos la masa en film transparente y llevamos al frigo durante un par de horas.
Precalentamos el horno a 180 grados.
Sacamos, estiramos la masa con el rodillo, dejándola de un grosor aproximado de 2 cm y cortamos con cortador, yo he utilizado uno redondo y otro de estrella, si no tenemos utilizamos un vaso pequeño.
Cubrimos la bandeja de hornear con papel de horno y horneamos durante 40 minutos aproximadamente, ya sabemos que dependerá de cada horno. Tienen que quedar ligeramente dorados por la parte superior.
Importantísimo no quedarnos cortos de cocción porque el sabor a manteca cruda no es agradable. 
Una vez fríos rebozar en azúcar glas. 
En las fotos podéis verlos espolvoreados con azúcar glas (poniendo el azúcar en un colador fino), pero para que quedan como los que compramos, me gusta rebozarlos bien en el mismo azúcar glas apretando ligeramente con los dedos para que se quede pegada. Podéis ver el resultado en la última foto.
Espero que os gusten, el sabor es incluso mejor que el de los comerciales. 
Vamos ahora con nuestra Victoria.


Con las vacaciones escolares ha llegado el alboroto, las cenas copiosas y las causas justas de cada año. No pueden faltar la solidaridad y el amor al prójimo que, tan pronto los Reyes Magos se alejen en enero caerán en saco roto, como lo hacen las dietas milagrosas, los interminables fascículos publicados y la promesa del fumador empedernido. Carlota no vuelve estas navidades y me entristece pensar que después de mucho tiempo no la tendremos con nosotros haciendo sus bobadas, simpática y locuaz. Permanecerá en Londres con James. Así pués deberé evocarla en la distancia, acortar los pasos que nos separan con noticias de Victoria, apagados los rescoldos de una guerra dejada en el olvido.
Le envió por mail la última carta leída ya que rápidamente su recuerdo ha vuelto a mi memoria.

Querido Andrew:
Hay un tiempo ocioso que dedico a conocer gente nueva pues bien sabes que me pesa la soledad. Fue maravilloso comprobar que en un puñado de calles convivíamos personas tan variopintas; algunos con nombres falsos, huyendo de un pasado que se adhería a su cuerpo como una segunda piel. Los vencidos estigmatizados por las atrocidades achacadas a su pueblo; los vencedores por haber sido diezmados y expulsados de la tierra de sus ancestros. Todos buscando un hueco por el que colarnos para reiniciar una nueva vida.
 Los alemanes no pueden sacudirse su altanería y con su fuerte acento se muestran altivos y orgullosos, pese a que el mercado americano les ha relegado a funciones de poca envergadura. 
Los judíos, sin embargo, arrastran los pies y caminan en grupos temerosos de un pasado todavía candente. Ellos comienzan a copar los comercios, las agencias de prestamistas o la banca. Su prosperidad es manifiesta y les veo abrir locales en gran número, auspiciado por un país en clara progresión, alejado de los fantasmas de una crisis que lo dejó exhausto. ¡Cuánto bien le hizo el
Fair Deal! Sin embargo esta socialdemocracia donde los servicios sociales benefician a los desprotegidos, se da acceso a la vivienda a los necesitados y se remunera dignamente a los parados todavía tiene vestigios de decadencia, no ha conseguido sacurdirse el yugo de la esclavitud ni el problema de la segregación.
Un día conocí a Bessy Brown. Me oirás hablar de ella. La conocí detrás de un mostrador en la avenida Newark, una cincuentona mujer negra entrada en carnes, de andares bamboleantes y grandes pechos, que despachaba rosquillas y café a los blancos con una sonrisa en la boca. Llegó del Sur, emigrando a una zozobra personal que la dejó viuda y con un adolescente cabreado con su pigmentación y con la pobreza cebada con su raza. Asiste a misa los domingos donde canta a voz en grito y se muestra encantada con su suerte pues trabaja, come y tiene un techo sobre su cabeza. No aspira a nada más, si acaso, desea para los suyos una igualdad de trato que quizás nunca llegue a conocer; pero hoy por hoy, su felicidad me parece contagiosa. Es la única mujer negra que trabaja allí y cuando entro, cada vez con más frecuencia, me gusta sentarme frente al área que domina, la observo y cruzo algunas palabras con ella. Cada vez más, de modo que hemos ido congeniando y cuchicheando pequeñas e inocentes mofas de otros asiduos clientes . Aquel tiene una amante dos calles más abajo y espera que el marido salga a trabajar. Otro llega con la camisa perfectamente planchada bajo un pulcro traje y pasa la mañana mano sobre mano buscando ofertas de empleo que no llegan. Dos viejas ocupan la mesa del fondo cada tarde y charlan animadamente de unos vecinos a los que despellejan o ensalzan, con algunos cenan en ocasiones, y a otros ni les devuelven el saludo. Un día fallará alguna por enfermedad o deceso y la otra buscará una aliada con que vilipendiar a la finada. Son cosas que pasan.
Algunos días espero que Bessy deje el trabajo y la acompaño caminando hasta su casa, apenas unas manzanas más abajo. A nuestro paso las miradas se tornan curiosas,la gente tuerce el gesto, pues me gusta pasar la mano por su brazo y pegar mi hombro con el suyo absorbiendo parte de su calor. La mezcla de razas causa rechazo en los vecinos . Esta sociedad que crece a un ritmo vertiginoso lastra una enfermedad traída de otros tiempos con poco éxito de curación. Acogidos los inmigrantes con menor o mayor fortuna, todavía el negro no es un igual. En las escuelas de blancos sólo hay blancos; las otras, las de los negros, son otra cosa. En los aseos de los lugares públicos no se admite la entrada a la gente de color y en los autobuses urbanos los asientos los ocupan los blancos mienras de pie permanecen los de piel morena. Incluso hay fuentes donde no pueden beber. Estas cosas me provocan tal vergüenza y congoja que intento resarcir a Bessy con un cariño que a Julen le parece provocativo y retador. Me recrimina esta ciega simpatía pues no sería la primera vez que un negocio se resiente por algo tan superfluo. Pero este es mi carácter, tú bien me conoces.
 Le cuesta leer ya que fue sacada de la escuela para patear los campos de algodón apenas extirpada de la teta materna; su hijo le inculcó algunas nociones de letras y números. Dónde él no llegó, llegaré yo, tal es mi propósito. Bessy asiente con docilidad y se deja hacer; no tardará el día en que la tenga a mi lado en la tahona. Es fuerte, incondicional, trabajadora y el aroma de sus dulces evoca las grandes praderas y los extensos campos de Arizona. Me da calor y me acompaña. María del Carmen y Julen pasan tanto tiempo fuera que su proximidad apacigua mi espíritu. Ni destiñe, ni huele, ni me enferma. Bessy es mi Annie americana, ¿cómo podría negarle la oportunidad de ser mi amiga? Tu Victoria. Nueva York, diciembre de 1950.



9 comentarios:

  1. Pintaza total!

    Angeles, te pongo al corriente que ante el éxito que tuvo tu tarta de almendras sin gluten, terminaremos el año con ella y unas copitas de champán, y las consabidas uvas.
    Que tengas una feliz salida y entrada de año, tú de alguna manera, pondrás tu toque en la nuestra.
    Un beso
    Vir

    ResponderEliminar
  2. Voy a preparar tus nevadidos, pero me preguntaba si se puede sustituir el vino blanco por algo. ¿Puedes ayudarme?
    Gracias y un besote.
    cupcakeshistoriados.com

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pon zumo de naranja en lugar de vino. Quedan también riquísimos!
      Besos

      Eliminar
  3. Te he conocido por la red facilisimo, y vaya pinta tienen tus recetas, voy a seguir cotilleando. =)

    ResponderEliminar
  4. Angeles que lindeza de nevaditos, como te han quedado tanto por dentro como por fuera, una maravilla, la verdad que las fotos son tan bonitas que parecen que esten bajo una capa de nieve. Mil besicos, y Feliz año junto a tus seres queridos que todos tus deseos se cumplan uno tras otro

    ResponderEliminar
  5. Siempre me encantaron los nevaditos, por su sabor, su aspecto y porque son muy navideños =)
    Los tuyos tienen una pinta buenísima, seguro que son un bocadito estupendo ^^
    Un besote navideño y feliz 2014!!!

    ResponderEliminar
  6. Ángeles, me encantan los nevaditos, justo ahora estoy horneando unos, qué casualidad, con otra receta, me apunto la tuya, que lleva ralladura de limón y canela. Un besico, me alegro de que sigas publicando. Buen domindo.

    ResponderEliminar
  7. Hola Ángeles mi pregunta es si la manteca de cerdo tiene que estar derretida o blanda, y si se puede sustituir por mantequillae gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La manteca debe estar blanda, veo que se me ha pasado en la receta, ahora mismo lo añado. Y sustituir por mantequilla, poder se puede pero cambia totalmente el sabor. Mucho mejor con manteca, sin duda.
      Gracias a ti.

      Eliminar

Me gustan tus comentarios, me encanta leerlos todos, gracias por molestarte en escribirlos.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...