Una ciudad cambia su fisonomía cuando la invade la fiesta. De repente, lo que antes era gris y oscuro se torna en vivos colores que adornan los más recónditos rincones. Todo lo conquista la diversión, la música y la alegría. Todas las escalas sociales, las edades y los géneros se dan la mano camino de la basílica para honrar con flores a su patrona; no importan las esperas, las condiciones del tiempo ni la madrugada para aquéllos que año tras año en largas procesiones departen amigablemente con otros baturros como ellos. Junto a éstos, los curiosos, que sencillamente acuden al ambiente que reina en un día especial. Cada uno tributamos nuestro cariño a la Virgen a nuestra manera, mi forma ha sido con el esfuerzo en distribuir la glasa por la masa hasta que algo como el arte cobre forma. Sinceramente, me ha gustado el resultado. Así veo el monumento y así veo la fiesta.
Como podéis ver seguimos preparando las fiestas del Pilar, la receta de la masa de galletas la tenéis aquí y la de la glasa aquí. Si queréis ver más galletas decoradas con motivo del Pilar, están aquí y aquí.
Un instante sin energía es como un cortocircuito en nuestras vidas; apenas si nuestros corazones pueden seguir latiendo cuando carecemos de luz eléctrica, de gas para calentar el agua o la comida, o de petróleo para movernos por cualquier medio. Y no obstante, hace tan poco tiempo, las gentes vivían sin esas necesidades. Encontraban consuelo en los pocos momentos robados al trabajo, en la charla, en la lectura silenciosa y en el paseo sin prisas. Victoria vivió en parte de ambos modos, de seguro se mostró encantada con el cambio brutal de una industrialización que zarandeó los cimientos de la historia, y bebería las mieles de un pasado posiblemente incómodo, pero de gustos sencillos. Una llamada de teléfono me basta para saber el estado de Carlota y para recordar que Margot sigue con mi amiga; lo que antaño fueran días de agónicos desplazamientos, lo supero en unos segundos enfrentada a una pantalla táctil. Sin embargo a fuerza de leer a Victoria, me he dado cuenta de que se me da mejor leer entrelíneas que discernir un estado de ánimo por el hilo de una voz. En mi próxima comunicación la obligaré a ser más explícita respecto a su relación con James. De entrada me ha dicho que James se niega a creer las palabras de Suri y que no tiene constancia de esos recuerdos en áticos, baúles o habitaciones olvidadas. Carlota no le cree, algo se oculta tras su mirada huidiza. De fondo le oigo rezongar apremiando a Carlota para salir, les espera un musical, uno de tantos anunciados en los luminosos carteles de Picadilly, y debe dejarme; su intranquilidad me llena de congoja. Al menos Margot está para ampararla.
Las abandono en alguna calle de Covent Garden y me sumerjo en la lectura de Victoria, en sus íntimos pensamientos . Su cálida voz me conforta.
Llevé unas enaguas de encaje y unas medias de rejilla sobre unos zapatos de charol negro que elevaban mi figura casi hasta tu altura. Me costó no trastabillarme con ellos, pero con orgullo mantuve el equilibrio durante toda la noche. El traje chaqueta coronado con un bonito sombrero de plumas me daba un aspecto digno y si debo pecar de inmodestia manifesté una belleza que había permanecido dormida demasiado tiempo. Tu silbido de aprobación me sonrojó hasta hacerme bajar la cabeza. Te besé en los labios y salimos a la calle dispuestos a olvidar los sinsabores pasados viendo alguna obra de teatro. Ya hacía tiempo que pretendía conocer el Windmill y que hubiese muerto su fundadora, la buena de la Sra. Henderson no hizo sino acrecentar mi curiosidad. ¡Qué procacidad tan
encantadora! Los primeros síntomas de pudor se relajaron en cuanto accedimos a la platea. Lo más granado de la sociedad londinense se daba cita en una suerte de vodevil, copia del Folies Bergere o del Moulin Rouge, donde señoritas muy , pero que muy ligeras de ropa ocupaban la escena inmóviles. Algunas como Dios las trajo al mundo, exhibían una sonrisa pícara o guiñaban un ojo a las primeras filas de espectadores. Todavía me pregunto cómo pasaron la censura de Lord Chamberlain ni cómo se permitió a su productor Van Damm seguir con esa actividad incluso por encima de la guerra; pero lo cierto es que bajo aquel hermoso artesonado, iluminados por suaves candelas en las columnas dóricas, el trasero pegado a los duros asientos de madera, disfrutamos con los envolventes sonidos de
los violines, la percusión de los timbales y los efectos de agua y viento del escenario. Las chicas apenas se movían, pero sus cálidas formas redondeadas, sus torneadas caderas y largas piernas, hicieron olvidar durante la función la suerte habida allende las bambalinas. Envidié las marmóreas formas de Vicki Emra o de Beryl Catlin, sus dulces labios y sus movimientos suaves; sus caras ( al igual que sus cuerpos) ocupaban las portadas de las revistas rosas y eran motivo de comentario en peluquerías y puestos de mercado.
Cuando salimos a la calle, cogidos del brazo, cuchicheando palabras al oído me percaté del gran teatro del mundo. Nuestros vecinos de asiento, al igual que nosotros, se habían adornado con sus mejores galas, endeudado sus pocos ahorros para asistir a la función, petulantes arrojando sonoras carcajadas. De todos es sabida su precaria situación que apenas les alcanza para comer o para la beneficencia. Quien más quien menos algo tiene que ocultar bajo los caros ropajes obtenidos al ardor de una modista habilidosa pagada con tocino o manteca, encendiendo el pitillo liado con picadillo obtenido en ajenos ceniceros como si de un habano se tratase. Tras las cortinas que dan a la calle se desarrolla una vida distante de la realidad en la que nos esforzamos por alcanzar un pedazo de alimento con que comer, un retal con que vestirnos o un viejo periódico para adornar nuestras cabezas. Fingimos ser quien no somos amparados por un carnaval que no tiene fin. Cuando esto acabe, cuando dejen de sonar las alarmas y despojemos de visillos nuestras ventanas aflorará la desnudez de una vida mísera, con más lágrimas que risas, con más dolor que placer. Pero esta noche, ataviados con las galas hurtadas a la decadencia, hemos elevado nuestras miradas a los focos danzarines y reído, aplaudido y gritado de emoción con el final de la obra. Tiene el teatro el don de la transformación; traspasan sus puertas los ricos, los pobres, los altos, los bajos, los mentirosos y los sinceros, todos tenemos cabida encerrados en sus muros, a nadie se pregunta su procedencia o su destino, supone un paréntesis en nuestras vidas para imbuirnos en otras paralelas que comentaremos,
criticaremos o aplaudiremos. Por las calles hay grupos ataviados de formas multicolores, suplantadores o imitadores de aquello que quisieran alcanzar.
Entretanto, en una noche clara y sin nubes, cuando la ciudad se presta al intranquilo sueño del enemigo a las puertas, las sirenas de Dresde, la Florencia del Elba, aullan rompiendo el silencio y sacuden a los famélicos habitantes que aún la pueblan. En unos minutos la RAF destruye tres cuartas partes de sus edificios, provoca una tormenta de fuego que derrite el vidrio y el metal y expulsa hacia las riberas a aquellos que quieren sobrevivir. Asolada deja al aire sus cimientos, expone sus vergüenzas para escarnio de una sociedad inocente. Santa Sofía, el Palacio, Frauenkirche, y tantos otros monumentos son pasto de las llamas, sus escombros serán la señal de que todavía queda algo por hacer. No puedo estar de acuerdo con tanta furia. En el comienzo fuimos nosotros quienes sentimos la punzada del odio en nuestras carnes, y ahora que todo parece tocar a su fin, los aguijones de nuestras fuerzas armadas se clavan en un enemigo que se muestra derrotado. Las víctimas somos ahora los verdugos y debo decir, que no me reconforta. Lo podrán revestir de los condicionantes que quieran, pero es un acto vil y cobarde sobre una sociedad civil vulnerable. Me lo contaste y se borró la felicidad de mi rostro, de un plumazo espantaste el fantástico Revudeville para devolverme a la zozobra. No puedo por menos que pensar en esa pobre gente que como nosotros corren en busca de refugio allá donde lo encuentren, como conejos asustados, con lo puesto, viendo caer ante sus ojos un futuro que creyeron alcanzar. Victoria de las dos caras, Londres a 15 de febrero de 1945.
Prohibido comérselas!!! Es una orden!!! jajajaja
ResponderEliminarMadre mia desde luego que esta maravilla tenia que estar prohibida comerselas, que pedazo de artista, para hacer estas cosas como dice mi madre hay que nacer jejeje. Mil besicos
ResponderEliminarMe parece muy apropiado poner unas galletas como las tuyas en marco, se merecen por exquisitas y elaboradas que son! Muchos besos y felices fiestas del Pilar :)
ResponderEliminarQué artista eres. Dan pena comérselas. Vaya trabajo que haces. Son preciosas. Un besito.
ResponderEliminarMadre mia chiquilla, eres toda una artista, pedazo galletas, que manos tienes!! De angel!!! De verdad, dan pena comerlas, que maravilla. Un beso enorme.
ResponderEliminarDesde luego que son para enmarcarlas. ¡¡Qué obra de arte!!
ResponderEliminarEstas seguro que no te las comes.
Un besote,
Cada vez que vemos un trabajo como este, nos entra un complejo.... Porque hay que ser una artistaza de primera para conseguir semejantes obras de arte. Enhorabuena, estas galletas son fantásticas.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Aun mi prisma esta embelesado con la belleza de la obra de arte anterior y presentas esto Angeles.... Es maravilloso, para colgar en el museo de las galletas que fundaras!!!!
ResponderEliminarEl relato tiene el mismo poder que el teatro y mas aun!!!!!
Besitos
No me imagino el trabajo que te habrá supuesto hacer estas galletas tan maravillosas. ¡Eres una artista!
ResponderEliminarEl relato me sigue poniendo la carne de gallina. ¡Qué manera de relatar!
Un beso,
Arantxa
Gracias por tu visita a mi blog, asi me has dado la oportunidad de conocerte y estoy alucinando!!! Que maravilla de galletas, son de exposicion!!! Que bonita Zaragoza de fiesta, es una ciudad que me encanta, tengo familia allí y siempre que puedo me paso!
ResponderEliminarUn besin preciosa
¡Qué fotos tan bonitas! Estas galletas me interesan y mucho que es mi diaaaaaaaa. Qué gran idea. Besooos 40ytantas
ResponderEliminarMadre del amor hermoso que preciosidad !!!! me encantan eres una artista me parecen lo mas..... IMPRESIONANTE,no conozco Zaragoza todavia pero tengo muchas ganas
ResponderEliminar!!!! un besin !!!!
el toque de belen
Madre mia !!! chiquilla pero tu sabes que manos tienes ??? una maravilla todo lo que haces, no conocia tu blog pero ya lo conozco y me quedo ,,,,,pasmá tambien,,,me encanta y si no te importa me quedo y te sigo y te invito a que visites el mio...
ResponderEliminarViva la Virgen del Pilar!!!!,yo siempre fui muy devota de ella.
http://tremendita-tremendita.blogspot.com.es/
Besitos guapa