Al arrancar la última hoja del calendario, con la perspectiva de una noche de fiesta por la despedida de otro año más que se nos escapa, rechazo la idea de hacer balance, de evaluar lo que ha significado un 2013 del que atesoraré los buenos momentos y arrojaré al cubo del olvido los sinsabores y pesares.
Pretendo que este post signifique una sincera muestra de agradecimiento y de cariño hacia quienes me han demostrado con creces su simpatía y dedicación, hacia quienes han compartido tantos momentos del año que expira. Ellos me han dado fuerzas: mi marido, mis hijos, mi familia, mis amigos; pero de modo tan especial, esas gentes anónimas que sin mayor contacto que una pantalla de ordenador, han seguido mi pasión por la repostería y el devenir de Victoria a lo largo de su historia. Para todos deseo el mejor de los años, que 2014 sea por encima de todas las cosas un año de amor y amistad; de corazón lo pido.