jueves, 13 de marzo de 2014

Galletas decoradas. Los tres cerditos y el lobo


Siempre hay un antes y un después; un punto de inflexión que determina el camino por el que transitar en el futuro. En la mayor parte de las ocasiones este punto lo marca un acontecimiento determinado, la suerte o la desgracia en momentos puntuales; y así nos aprestamos a tomar decisiones impactantes para nuestro devenir. Así me ha ocurrido, y por eso esta ausencia alejada de vosotros. Ha sido este un tiempo de reflexión y de planes, de coger el toro por los cuernos y tirar para adelante con la ilusión de un proyecto que va tomando forma, con lentitud, pero inexorablemente. Quizás aún sea pronto para abrir este capítulo y la cautela se imponga por ahora. No obstante iré informando de mis progresos, de los que todos sin duda formáis parte.


La receta de la masa la tenéis aquí y la de la glasa aquí. Vamos ya con Victoria.


Pasé la última hoja y me asomé al abismo de una cuartilla en blanco. Sus últimas letras bailaron ante mis ojos preludiando lo inevitable. Un corte en el lomo, algunas virutas de papel engomadas en la solapa me informaron de un final precipitado. No supe que hacer, de repente el mundo se vino abajo. Me dejé caer en el sofá y lloré. Lloré como quien pierde aquello que más quiere. Inconteniblemente, amargamente. Fueron días de silencios, de caras largas, de fiebre inexplicable. Vagué por la casa como un alma en pena, llena de remordimientos por no haber previsto mi condena. Va pasando el tiempo y Victoria me golpea cada noche con su ausencia recordándome que sigue viva en mi memoria. Casi un mes pasó de aquello, y quienes estuvieron a mi lado se compadecieron de mi estado, intentaron confortarme y no me dejaron sola en ningún momento. Hasta que llegó la llamada de Carlota.

Llegué al aeropuerto de Stansted llena de incertidumbres. La invitación de Carlota me pìlló en un momento bajo emocional y me costó sacudirme la modorra para enfrentar su presencia; y a pesar de postergar mi marcha durante algunos días, al final fue inevitable aparecer. Sus anchas sonrisas y verlos cogidos de la mano alejaron los infundados temores que albergaba. Ambos me besaron y abrazaron con efusividad. Se les veía tan felices que mi ansiedad se fue mitigando. James se hizo cargo del ligero equipaje y arrancó enérgicamente rumbo a la ciudad. Fueron hablando durante todo el camino sin desmayo, de sus planes, de lo que me habían echado de menos, del pasado y del futuro. Alguna leve mención a Victoria, pero poco más. No se sorprendieron cuando les anuncié el fin de las cartas que obraban en mis manos y eso fue algo que me inquietó, pues apenas hicieron mención a tan desafortunada certeza; ¿acaso la brusquedad de esa realidad no les afectaba?

Rogaron que aligerase y me compusiese rápido para llevarme a algún errático lugar. Sus risas no hicieron sino avivar mi incertidumbre y darle un aire enigmático a la situación; así que les hice caso y me instalé en la parte trasera del lujoso automóvil de James dispuesta a dejarme sorprender.

Durante el trayecto observé las calles preñadas de turistas que acudían a los emblemáticos rincones de Londres, fácilmente identificables con sus atuendos informales, sus zapatos cómodos y sus cámaras colgando de los cuellos. Yo ya no me siento como tal. Arrivamos a una sucursal bancaria, el Bank of London y franqueamos sus puertas giratorias. Las gestiones de James apenas le llevaron unos minutos antes de regresar con una pequeña llave y un empleado bancario que nos acompañaría a un siniestro pasillo lleno de puertas; algunas toses delataban la ocupación. Pasamos a una salita y James desapareció de nuevo con el empleado. Al volver llevaba una pequeña cajita negra que posó con delicadeza en la mesa, la abrió lentamente y nos dejó observar su interior. Al fondo, atadas con un cordel de color pastel yacían un manojo de cartas de sobres amarillentos escritas a mano, curiosamente lacradas, sin abrir, mudas ante mi atenta mirada. Carlota cerró mi boca, abierta por la impresión.

Interrogé a James con la mirada, y con una tímida sonrisa me explicó que nunca pensó en abrirlas, que el odio que albergó hacia su abuela durante tanto tiempo le impidió dar el paso que conduejse a su contenido. Creyó que había llegado el momento de que las poseyera yo, habida cuenta de que el remitente era Victoria y por tanto ella fue quien las escribió. También él quiere conocer, pero me hace responsable de un contenido que desconocemos y del que estoy tan ávida como consternada. Sin darme cuenta las he estrechado entre mis manos y las he posado en mi pecho antes de ponerme a llorar. Soy feliz. He reencontrado un camino que pensé extraviado, un hilo que me conducirá a un pasado empeñado en ocultarse, aunque para ello deba hurgar en las heridas de James. Su consentimiento es un valor que tendré en cuenta, su capitulación será mi redención. Debo valorar el coste de su decisión, no le resultó fácil retornar a un pasado que dejó varado en una caja de metal para seguir su camino, ni revivir esos fantasmas que le han atromentado durante años para satisfacer mi curiosidad, para despejar mis dudas. Hallé un tesoro y no lo pienso desperdiciar, saborearé cada letra de cada línea que Victoria enviase a Suri, pues ella es la destinataria. James me ha prometido ponerme al día sobre el cómo y el por qué de su exitencia, de cómo llegaron a sus manos y del dolor que eso le causó. Pero eso, es otra historia.


11 comentarios:

  1. Me alegra que estes ilusionada y con proyectos a los que dar forma.

    Te voy a contar una cosa, en tu última entrada, cuando comenzaba el texto de Victoria el relato empezaba así: "Querida, no vas a creértelo, pero he decidido coger el toro por los cuernos". Me pareció tan descriptivo, tan de armarse de valor para lo que sea, que decidí hacer una ilustración, una ilustración que reposó lo suficiente para finalmente encontrarle su sitio. Su sitio fue un cartel para el pasado 8 de marzo.

    Lo coloquial de la frase, el valor y el empeño que ponemos cada día tantas y tantas mujeres por sacar adelante nuestras vidas y las de los nuestros, nuestras profesiones, me dio la fuerza para hacer una edición limitada de ese cartel y salir con mi hijo a pegarlos por el pueblo, aparte de colgarlo en el blog. Nos lo pasamos en grande, nos expusimos a la vergüenza de que nos miraran, pero nos dio lo mismo.

    Adelante, y siéntete orgullosa de ponerte a prueba.

    Un besazo
    Vir

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  2. Hola Angeles, me alegra mucho saber que te estas abriendo camino con nuevo proyecto y porsupuesto que aquí estaré para animarte! Aunque ultimamente estoy yo también medio desaparecida que estés segura que te sigo y me acerco para admirar tus creaciones, en éste caso éstas galletas tan logradas. Muchos besos :)

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  3. Oy oy oy.... qué cosa más ideal, por favorrrrr. Me parecen super tiernas y además nada vistas, así que me han encantado Ángeles.
    Un beso enorme

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  4. Angeles, espero que vaya todo bien y que tengas mucha suerte con tu nuevo proyecto. Las galletas son monísimas. Un besico y buen fin de semana.

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  5. Me alegro mucho por tu nuevo proyecto.... y tus galletas me han encantado ¡¡¡¡¡¡¡
    Besitos.
    Mercedes.

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  6. Ainssss por favorrrr que bonitos los cerditos!!! Me han encantado... que arte! Un besazo

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  7. Mi querida amiga, adelante con tu nuevo proyecto seguro que lo que hagas sera hacertado, como estas preciosas galletas que me han enamorado. Mil besicos cielo

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  8. Ángeles me alegra que todo te vaya bien y que tengas por delante un nuevo proyecto, te deseo todo lo mejor ♥.
    Y que decirte de las galletas,son preciosas!
    Un beso grande!

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  9. Que monada me han encantado.
    Besos cris y Laura.

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  10. Te sigo desde ahora y volveré cada vez que pueda, me gusta todo lo que veo.
    Besos

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  11. Querida Angeles, estas tan misteriosa.!
    Estamos esperando una nueva creacion, y el relato de las Cartas de Victoria!
    Vuelve pronto!!!
    Angeles Margot

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Me gustan tus comentarios, me encanta leerlos todos, gracias por molestarte en escribirlos.

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