Rescatados del cajón de los recuerdos os traigo esta semana un pequeño capricho inspirado en los conocidos emoticonos, figuras que me inspiraron unos diseños juguetones y graciosos para unas galletas de glasa. Y los traigo a colación porque lamentablemente y por algún tiempo, espero que corto, mi mujer, Ángeles, no se encuentra en disposición de hacernos disfrutar con sus deliciosos dulces. Por hacerlo en equipo, y pese al ánimo un tanto alicaído, decidí que seguiría con esta tarea que tan agradables momentos nos depara y que nos ha permitido conocer tan maravillosa gente. Problemas laborales derivados de una dolencia la han conducido a un estado de estrés que nos tiene ciertamente preocupados, pero que esperamos quede en nada en un breve espacio de tiempo.
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jueves, 14 de noviembre de 2013
jueves, 7 de noviembre de 2013
Bizcocho de yogur de mamá
No se les escapa nada; detectan como nadie los estados anímicos, las necesidades, si no hemos dormido o si hemos discutido, si lloramos o reímos. Son las madres. Las que siempre están ahí. De las que aprendemos y a las que imitamos; aunque no nos demos cuenta adquirimos sus hábitos, sus costumbres, sus tics, a la par que heredamos una forma de hacer las cosas. También sus recetas, su forma de cocinar, de condimentar. Cuántas veces hemos dicho aquello de "cocina como su madre". Pues también a mí me ocurre. A ella, que tanto me ha enseñado, debo este cariño por los bizcochos y reproduzco los sabores tan conocidos y apetecibles que llenaron la casa donde viví hasta mi emancipación. Quiero condensar en este resultado todas aquellas lecciones que sin darse cuenta fue dándome hasta enriquecer mi cocina y mi persona. Para ella, para todas las madres, un sincero beso de cariño.