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viernes, 26 de abril de 2013

Galletas decoradas bebé


El milagro de la vida. Un nuevo ser siempre despierta la alegría que late en nuestro interior. Cuando vemos a los suyos felices a raudales por su venida, nos contagiamos viendo la perfección de un ser humano tan frágil y tan fuerte a un tiempo. Felicidades pues a quienes se enfrentan a tan ardua labor con la ilusión de un amor eterno. He puesto la pasión de un sincero cariño en la confección de estas galletas y confío en ver crecer a Iván junto a sus hermanos, Paula y Daniel y disfrutar de su persona en el futuro.




La receta de la masa la tenéis aquí y la de la glasa aquí.
Y ahora, vamos con nuestro relato.




Vivir a las afueras de una gran ciudad tiene sus pros y sus contras. A mi regreso de Londres me he sorprendido algunas noches apoyada en el alféizar de la terraza observando las estrellas. No es que tenga el más mínimo interés por la astrología, pero los silencios que acompañan su existencia lejana me provocan instantes íntimos de difícil expresión. Los pequeños me miran perplejos cuestionando mi sensatez, pese a que les llegará el día en que disfrutarán con tanta vehemencia como yo estos momentos de placidez. La vorágine en la que se ha convertido mi vida, precisa de estos remansos de paz en los que solazarme de cuando en cuando. Carlota los rompe con un don sobrenatural, el del oportunismo. Sube las escaleras que dan a la terraza como un tornado. Se enciende un pitillo sin escuchar mi súplica y se recuesta en una tumbona mientras pide un descafeinado para aplacar su ánimo. Estar sin James le está provocando un estado de ansiedad que confío no tenga que conducirnos a los ansiolíticos. Se entretiene con el móvil cuando yo acuesto a los pequeños, los arropo y les deseo buenas noches. Alberto sigue en el salón frente al televisor ajeno a nuestras cuitas y nos deja hablar sin interferencias. Hay ocasiones en que estrangularía a Carlota, en especial, cuando rompe con suma tenacidad la calma que tanto me cuesta conseguir. Pero, qué le vamos a hacer. Cada uno tenemos lo nuestro y debemos aprender a soportarlo con resignación. También ella se ha alejado de los informativos; siempre tan funestos y aburridos. Las más de las veces tan sólo provocan ira y frustración. Así que, muerto el perro se acabó la rabia. Desconectamos los aparatos y nos sumimos en un tiempo en que la gente tenía un valor incalculable; en que unos pocos ayudaban a muchos a subsistir en la extrema dificultad; en que había quienes se preocupaban del bienestar del pueblo y se involucraban para su progreso. En fin, al tiempo en que Victoria se entregaba con pasión a la que hacía, amaba por encima de fronteras y afectuosamente confortaba a sus vecinos.
Carlota me relata la última noche que pasó en Londres. James la llevó a cenar a un emblemático restaurante del centro. Su nombre no me suena extraño. The Stornoway House, frente a Green Park. Recuerdo haberlo visto paseando camino a Buckingham por The Mall y me pareció un edificio soberbio. No obstante, su recuerdo me lleva al gobierno de Churchill y a informales cenas con sus ministros en los días del Blitz. Es por ello que saco una carta del bolsillo, enciendo la luz de la terraza y bajo su pálido resplandor comienzo la lectura que ha venido buscando mi Carlota:

Querido Andrew:
El cambio de actitud alemana ha modificado nuestras costumbres. Se acabaron los peregrinajes nocturnos a las bocas de metro. Ahora ocupamos las azoteas cuando se advierte del peligro y desde allí, observamos un cielo incandescente casi con indiferencia, sorteando las bombas incendiarias que llenan cada noche la ciudad de fuegos perpetuos. Los bomberos no dan abasto y los ciudadanos nos unimos en brigadas exhaustas, trabajando por el día en el quehacer cotidiano y por la noche convertidos en improvisados apagafuegos. No obstante, cuando la ciudad se tiñe de tinieblas y cogidos de la mano ascendemos a las azoteas auscultando un cielo tenebroso, hay un instante para la mística, para regodearse en el silencio que sólo rompen las sirenas. Pareciera que los niños callan sus temores, que los adultos rezan en voz baja y hasta los animales se guarecen en insonoras galerías. Un mar de escombros se extiende por doquier, las mismas bombas remueven la basura y en días de lluvia apenas alcanzamos a achicar el agua que se filtra por los decrépitos tejados. ¿Cómo podemos mantener la moral alta? Es un misterio. Pero aquí estamos, luchando cada jornada contra los fantasmas que nos acechan, refugiados en leves estructuras ideadas por Anderson primero y luego por Morrison, para que la vida se eleve entre las piedras con cada sacudida. El barrio es un erial y aunque las ayudan llegan, la destrucción se extiende por todos lados. Y en días de tregua, tememos por otros compatriotas que serán zarandeados en largas noches de insomnio por el eco lejano de los aviones que todo lo destruyen, Liverpool, Coventry, Glasgow...
En la generalidad, siempre surge lo insólito. Una mujer entrada en años camina llevando una vaca del ronzal calle adelante. Estamos en The Highway. Tras algunos pasos se detienen en los parterres y la vaca come algunos hierbajos al pie de los castaños. Los transeúntes la miran perplejos; algunos ríen, otros se encogen de hombros. Se ven tantas cosas inaúditas en estos días aciagos. Julen corre junto a ella y palmea a la vaca en los ijares, luego acaricia su lomo y mira a la mujer que le sonríe. Llegados a un portal, la mujer coloca un cubo que porta bajo el brazo y lo coloca bajo las ubres de la vaca que muge dolorida; en el escalón dejado por la acera se sienta Julen y observa el proceso del ordeño que tantas veces ha visto en el caserío de su infancia. El cubo lleva unas marcas con el contenido; cuando alcanza la primera la mujer se detiene, recoge el recipiente que le tienden desde la casa y vierte el contenido. Recibe algunas monedas y las guarda en el mandil. Julen se relame el bigote y como recompensa recibe una pequeña porción que él mismo acaba de ordeñar. La historia se repite varios días y en cuanto puede Julen se suelta de mi mano y se apresura a saludarlas. La señora huele a cuajo y nata fermentada, pero en esta época de escasez es agradable el olor de la leche. Sin duda ha hecho queso antes de servir entre las casas. Durante las jornadas siguientes también nosotros le adquirimos la leche de buena mañana. Sin embargo, hoy Julen ha llegado triste. Ha visto a la lechera llorando desconsolada. Al parecer, acostumbrados a la aparición repentina de los cazas en el aire e inmutable en su acontecer cotidiano, en una de las batidas alemanas, una bomba ha alcanzado un edificio anexo a la calle por la que discurría el pesado caminar de la Sra Jones, tal es su nombre. Ha reventado un lateral de la casa y la pobre vaca ha recibido el impacto de lleno. Gracias a ella la Sra. Jones ha salvado la vida y apenas unos cortes en las piernas han quedado como secuela del acontecimiento. Sin
embargo el daño moral ha sido inmenso, al cariño profesado al animal, hay que sumar el grave perjuicio económico que le provoca por cuanto su sustento diario ha desaparecido, añadiendo la pérdida de su carne, dañada por las esquirlas e incomestible. Intento hacer comprender a Julen que la pobre vaca ha sido la salvadora de su amiga y que el mejor servicio que le pudo prestar fue sin duda entregar su vida por la de su dueña. Aunque apenas le calma sé que entiende lo que le digo. La noticia corre de boca en boca por el barrio y los niños ríen divertidos imaginando la escena de la vaca sobrevolando los cielos de Londres, mientras los adultos nos embarcamos en una colecta que palie en parte la desgracia de la Sra.Jones. Ha pasado algún tiempo desde que la vimos y hay quien dice que volvió a su granja en las afueras; otros que no pudo soportar la pérdida de su vaca. Le deseo lo mejor donde se encuentre.
Estas anécdotas salpican nuestras vidas de divertidos momentos dentro de la desgracia y a veces la fortuna o el infortunio marcan con ligereza la línea entre la vida y la muerte. Hechos milagrosos jalonan la vida londinense con aparente indiferencia. La guerra se vuelve monótona y la gente recurre a la imaginación desdeñando los más arduos peligros. Como el gran número de gente que se congrega en el Embankement para observar sobre el lecho del río el espectáculo nocturno de las bombas cayendo indiscriminadamente en todos los puntos de la ciudad. Hay un riesgo a perder la vida incalculable; pero ha perdido tanto valor en los últimos tiempos. De eso sabes bastante; siempre afrontando el peligro sin medir las consecuencias. Apenas quedan animales, víctimas también del holocausto y los niños corren tras ellos cuando los encuentran para ver los ojos apagados de aliados en la desgracia. Todos vagando por un mundo sin rumbo. Como tú mismo al otro lado del mar separador. Aún no te alcanzo a ver y tanto lo deseo que para mi la vida carece de sentido si no llegas. Tuya en la distancia. Victoria, Londres a 27 de septiembre de 1941.


A veces las anécdotas y las casualidades rondan nuestra existencia para transformalra con un  golpe de magia. El éxito y el fracaso puede medirse en un efímero instante en que la fortuna sea favorable o desfavorable. Me pregunto por qué nos empeñamos en impulsar el infortunio con nuestros actos. Y esas pequeñas cosas que nos pasan desapercibidas de continuo, adquieren valor en puntuales instantes de la vida, y nos hacen reír o avergonzarnos, dependiendo del destino a que nos lleven. Una casualidad trajo a Victoria a mi vida; otra llevo a James hasta Carlota. Y aquí y ahora, las dos sentadas bajo las estrellas, encontramos en su esencia que algo ha supuesto de esperanza. No nos miramos pues tenemos los ojos puestos en las estrellas que titilan en un pletórico firmamento. Un avión comercial parpadea intermitente en el solaz del cielo. Carlota enciende un cigarillo, inhala profundamente y un suspiro escapa de sus labios.



21 comentarios:

  1. Qué regalo tan bonito. Las galletas de bebé son mis favoritas.
    Te han quedado preciosas.
    Un beso

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  2. Muchas gracias por tus galletas!!! Las disfrutamos todos en familia en un día tan importante para Iván. Esperamos que lo veais crecer disfrutando de sus primeras palabras y sus primeros pasos, siendo partícipes de la ilusión y alegría que nos da cada día. Muchos besos de ésta familia numerosa jajajaja!!!

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  3. Qué monísimas son Ángeles, me encantan (bueno, las de bebés son mis favoritas, solo que con la glasa no me llevo bien). Un besico.

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  4. nacería otra vez para que me regalaran esas galletitas tan preciosas! ^^

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  5. Preciosas Ángeles!!!
    Te quedaron preciosas!!

    Un abrazo,

    María

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  6. pero que bonitas te han quedado las galletas...
    Felicidades..

    olivia
    mis dulces pasiones

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  7. Que dulcura de galletas...pero mi marido y yo todavia estamos con la boca abierta con las galletas para la maestra...la goma Milán, el lápiz, ...tooooodas las galletas son de exposición!!!

    Un besazo y felicidades por tu trabajo

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  8. Ya no se ni que decir leyendo todos los comentarios, por no poder decir nada nuevo, pero me gustan muuuuuchoo! Son de liga mayor, aunque para seres pequeñitos! Aún tengo pendientes los chuches, antes haré galletas aunque no se si seran para bebes... Un beso :)

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  9. Angeles, te felicito por tu blog, quedo maravillada con las cartas de esta linda historia llena de amor!!!!
    Con decirte que deje de leer las recetas de galletas que tanto me gustan y me he degustado con con la magia de tus letras!!
    Por favor sigue con la historia,
    Cariños de una Chilena, viviendo en Argentina, y tocaya
    Angeles

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  10. ¡Qué originales son! entran por la vista así que ni me imagino como sabrán. Yo soy una nulidad para la cocina. En mi casa cocina mi marido, jajaja. Por eso me encantan los blogs de cocina y sobre todo el dulce. Muchas gracias por tu comentario. Besoooos http://40ytantas.blogspot.com

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  11. Tienes una sorpresita esperando en nuestro blog. Esperamos que te guste. Un beso

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  12. Qué preciosidad! Cuando nazca mi sobrinito quiero hacerle a su mami y a su papi unas galletas de este estilo :)

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  13. Yo veo estas galletas y te confieso que las pondría en un marco bonito, no me las comería ¡son tan bonitas!, haces cosas chulísimas, siempre me dejas con la boca abierta, felicidades por tan bonito trabajo, Un beso

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  14. Madremía! Te han quedado estupendas, son preciosas!! Un triunfo seguro! Qué maravilla!
    Besos dulces!

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  15. Tus galletas me encantan y tus relatos me enganchan!! Una vez más, gracias por compartir!!
    Bss.

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  16. Son una preciosidad de galletas y como da gusto leerte y haces unas cosas tan ricas, aquí me tienes otra seguidora más. Besos.

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  17. Qué bonitas y superdulce. Por cierto felicidades enganchan tu relato, mientras estaba hoy en el pediatra muerta de aburrimiento esperando he estado leyendo. Un besito

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  18. Preciosos trabajos tienes en tu blog! me gusta todo lo que escribes, las fotos, los dulces,!!! felicidades! por aquí me quedo!!! besitos

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Me gustan tus comentarios, me encanta leerlos todos, gracias por molestarte en escribirlos.

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