Estoy nerviosa y casi no he podido desayunar. No importa, Carlota lo ha hecho por las dos, no se resiste a la repostería francesa. Hemos llegado temprano a la oficina de correos y el director de la oficina nos ha atendido amablemente. Nuestra demanda le ha provocado una enorme sorpresa, pues aunque tenía algún conocimiento de los acontecimientos narrados, nada podía
hacerle sospechar que un día alguien le iría con semejante petición. No obstante nos informa de que tras la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana , hubo un intento de recopilación de documentos vinculados a combatientes de la primera mitad de siglo. Eso hizo que las sacas que, efectivamente, residían en los sótanos de estafetas antiguas pasasen al Archivo Nacional, más popularmente conocido como CARAN (Centre d´Accueil et de Recherche des Archives Nationales), situado en la rue des Quatre Fils. ¡Claro, cómo no se me había ocurrido! Le agradecimos enormemente su explicación y llenas de impaciencia nos encaminamos a la rue de Quatre Fils.
Fuimos recibidas con cortesía y pese a lo inusual de nuestra propuesta, rápidamente nos condujeron a nuestro destino, una pila de cajas conocida como serie F. Por la carta recibida de nuestro benefactor volcamos nuestras pesquisas en el batallón del que formaba parte Andrew, la XV Brigada y sus últimos días en España, hecho que datamos en los primeros días del año 1939. Aún así había multitud de legajos y un desorden considerable. Así que, con un café y mucha paciencia nos pusimos a la tarea. Comimos en un pequeño bistrot frente a los archivos y vimos caer la fina lluvia tras los cristales en tanto cavilábamos sobre nuestros futuros pasos si como presumíamos, nuestras pesquisas resultaban infructuosas. No fue hasta el segundo día, en el que atraídas por un manojo de cartas enmohecidas bajo folios de expedientes clasificados, cuando descubrimos un encabezamiento que ya conocíamos: Querida Victoria. Nos dio un vuelco el corazón y pese a lo silencioso del lugar no pudimos reprimir un estentóreo grito que acabó en risas incontenibles. Lo habíamos encontrado, contra todo pronóstico, en nuestras manos teníamos el pasado de Andrew y quién sabe, si el de la misma Victoria.
No pude resistirme a leer la primera de las cartas.
Como siempre, antes de la carta la receta de hoy.
Receta del libro Objetivo: Cupcake perfecto de Alma Obregón.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
-60 ml de aceite de oliva suave
-160 gr de azúcar blanco
-1 huevo
-1 cucharada rasa de cacao sin azúcar (yo utilizo Valor)
-1 y 1/2 cucharadita de colorante en pasta o en gel rojo
-1 y 1/2 cucharadita de extracto de vainilla
-125 ml de leche semidesnatada
-1 cucharadita de zumo de limón
-150 gr de harina
-1/2 cucharadita de bicarbonato
-1 cucharada de vinagre blanco
Para la crema:
-120 gr de mantequilla
-300 gr de azúcar glas o icing sugar (de venta en tiendas especializadas, es un azúcar todavía más fino que el glas, ideal para las cremas de mantequilla básicas)
-125 gr de queso mascarpone (Alma utiliza queso de untar no light, a mi como mas me gusta es con mascarpone)
-1 cucharada de leche semidesnatada
Precalentamos el horno y colocamos las cápsulas de papel en el molde para que no se deformen con el horneado.
Añadimos el zumo de limón a la leche y en 5 minutos tendremos nuestra leche lista, tendrá aspecto de leche cortada, así es como la necesitamos.
Batimos en un bol el azúcar y el aceite hasta integrar, añadimos el huevo y la vainilla, después añadiremos la harina con el cacao tamizados, alternándola con la leche.
En un vasito ponemos el bicarbonato con el vinagre y lo añadimos a la mezcla anterior cuando burbujee.
Cuando tengamos una masa homogénea añadiremos el colorante. Repartimos en las cápsulas de papel, llenandolas como máximo 2/3 de su capacidad y llevamos al horno durante 20 minutos a 180 grados.
Para la crema de queso, batimos el azúcar tamizado con la mantequilla y la leche a velocidad máxima hasta que se integre. Añadimos el queso frío y batimos, empezando a velocidad baja y vamos aumentándola hasta que la mezcla sea uniforme y cremosa.
Colocamos en manga pastelera y con una boquilla de estrella decoramos nuestros cupcakes ya fríos, colocando la crema desde fuera hacia dentro, formando un cucurucho.
Decorar con adornos comestibles al gusto.
Volvamos con Victoria de nuevo.
Querida Victoria:
No encuentro ocasión para escribirte. La situación se ha tornado dramática. Ocupado el frente de Aragón y arrasada Cataluña, nos hemos visto empujados de día y de noche hacia la frontera; despojados de las armas, con ropa civil apresada en redadas, en columnas de despojos humanos arrastrando los pies por carreteras infestadas de dolor. Ya no quedan lágrimas en esta España tuya que dejo atrás; se han vertido a mares, y caminan las gentes llenando las cunetas de tristeza y rabia contenida, humillados en pos de un rincón donde descansar el alma y el cuerpo lacerado.
Llegado el grueso de la retirada, semeja una turba de hormigas lisiada y avergonzada. Cada familia mendiga un pedazo de pan con que saciar su hambre, los mayores cediendo su ración a los pequeños, con la ropa hecha jirones y los pies desguarnecidos. Las autoridades francesas han vuelto la mirada y dejan que escoltados por tropas senegalesas lleguemos a los campos de refugiados. Estamos ateridos de frío en este febrero helado, famélicos sin nada que comer; muchos han enfermado de disentería y la sarna recorre los barracones. Argeles sur Mer es una gran letrina. Apiñados y sin salubridad, carecemos de lo más básico en higiene y manutención. Y caen como moscas. Ni siquiera disponemos de agua potable y se cocina con agua salada lo poco que hay para condimentar. Todo llega con cuentagotas y nos tiramos como perros para saciar el apetito. Este camino de la memoria me ha llevado hasta Le Vernet. Aquí han ubicado a los obreros y a los refugiados considerados peligrosos, entre los que cuentan a los brigadistas. En el Perthus, paso fronterizo, han dividido a la columna: los hombres por un lado, los ancianos, niños y mujeres por el otro. A partir de allí se han ido ocupando los campos. En Le Vernet no han mejorado las condiciones, pero al menos, tras las alambradas de espino se empiezan a construir barracones con madera, más resistentes al viento que azota la llanura que las lonas de Barcarès o Saint Cyprien. A pesar de todo hemos debido de excavar las letrinas y las cocinas bajo la arena organizándonos para los básicos trabajos de intendencia. Cuantas veces me he detenido mirando el cielo y he visto volar las aves libres que surcan el aire de la Francia de Daladier, un cretino que abandona a la muerte a hombres que lucharon por un país libre ahora oprimido y a los que olvida sin consuelo expuestos a los rigores del tiempo y del hastío.
Agradezco al cielo cada día que no estés aquí, pues veo a madres arrodilladas velando a los caídos, los pechos resecos de las primerizas con lactantes en los enjutos brazos, mutilados con miembros solitarios embozados en piojosas ropas; y esa turbamulta de niños sin rumbo, huidos de sus felices hogares a tierra ignota, muchos huérfanos incrédulos con la mirada opaca recogiendo migajas a lo largo de un camino intolerable. Estoy exhausto de dejarme la piel por cada infante pidiendo socorro; pues aunque han perdido la voz, sus ojos suplicantes me conmueven. Necesito dormir y es tan difícil. Sobre la misma arena, sobre la misma ropa de hace un lustro, con la conciencia limpia y el lacerante horror de la derrota, tan sólo tu recuerdo detiene mis pasos vacilantes y me permite caminar sobre las ascuas de un incendio que ha perdido España para siempre. Tuyo por siempre.
Andrew, a 20 de febrero de 1939.
Hola, que cup cakes tan bonitos, ¡me daría pena comérmelos! aunque tienen que estar tan ricos... Me ha gustado mucho tu blog, te sigo :), Un besazo.
ResponderEliminarNo sigas contando, la que falta me lo he comido yo Mummmmmmmm
ResponderEliminargracias por la receta! pronto me animaré a hacer las magdalenas de "ciertopelo". ;)
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